miércoles, 26 de enero de 2011

EDUCACIÒN INCAICA

Los padres eran los educadores por excelencia entre la gente común. Enseñaban a los varones a cultivar, cazar, hacer cerámica, tejer, y a las mujeres a cocinar, limpiar y cuidar a los animales.
Aparte de esta instrucción, se ocupaban de ilustrarlos sobre el comportamiento social adecuado. Esta educación tenía una doble vertiente: positiva, de buenos consejos, y correctiva, castigándolos cuando violaban las pautas de comportamiento establecidas. Los castigos se proferían, a veces, de forma muy violenta.
Tras los padres, los ancianos constituían el segundo nivel pedagógico. Su influencia educativa era enorme porque se los consideraba depositarios de dos valores fundamentales: experiencia y tiempo.
Sólo los hijos de la familia real y de los nobles concurrían a las escuelas. Se creía que las ciencias le pertenecían solamente a ellos.

EL  YACHAYHUASI

La nobleza como clase dirigente, recibía una cuidadosa y a la vez eficiente preparación (educación formal), en una escuela aristocrática acondicionada en un palacio ubicado en el Cusco, el cual era denominado YACHAYHUASI (Casa del Saber). Las clases eran impartidas por un maestro llamado AMAUTA o sabio. La educación que recibía la clase noble, según el  cronista Murúa, duraba cuatro años, en el primero recibían enseñanzas sobre lengua, en el segundo sobre religión, en el tercero sobre los quipus, y en el cuarto sobre historia Inca

Las clases impartidas eran sobre funciones de gobierno, el manejo de Quipus y normas morales, así como también clases de historia Inca, religión, educación física y educación militar. El desconocimiento de la escritura aunque dificultó la difusión del saber, no fue obstáculo para el pueblo incaico lograra desarrollar su cultura, adquirir conocimientos y contribuir al progreso del Tahuantinsuyo.

Los jóvenes de la nobleza iniciaban su preparación en el Yachayhuasi a partir de los 13 años; completando su educación a los 19 años aproximadamente, luego de finalizar esta estricta preparación se realizaba una ceremonia especial, que se llevaba a cabo en un lugar denominado "Huarachico" ("Huara-Chicuy"). A esta ceremonia asistían altos funcionarios del Imperio, la cual consistía en la realización de duras pruebas atléticas, en las que los jóvenes victoriosos demostraban masculina formación, haciéndose acreedores, por ello, a llevar la huara o truza (señal de madurez y virilidad).

                               

                                           ENSEÑANDO LA LECTURA DE QUIPUS

EL ACLLAHUASI

Algunos historiadores y autores, mencionan la existencia de una escuela femenina de la nobleza, destinada a las princesas Incas, llamada ACLLAHUASI , en las cuales recibían una educación especial. Estas escuelas femeninas tenían varias categorías. Según se cree la educación impartida en el Acllahuasi del Cusco era especial y reservada a las Princesas Incas en la cual recibían educación e instrucción con relación al culto, con la diferencia a la impartida en los Acllahuasis de provincias o fuera del Cusco, los cuales eran centros artesanales reales, y centros de hospedajes Imperiales, donde las mujeres realizaban trabajos manuales especialmente para el Inca y a la vez las mismas el soberano Inca podía entregar en recompensa a quienes deseaba distinguir.
Las “vírgenes del Sol” y las esposas del Inca, eran mujeres escogidas para ser educadas en los conventos de Cuzco y de las ciudades importantes de provincia. Los españoles se llegaron a confundir cuando vieron tantas vírgenes y conventos y, finalmente, no distinguieron unas de otras; pero eran muy diferentes entre sí.
Las “vírgenes del Sol” eran mujeres escogidas, por su linaje y por su hermosura, para aprender a tejer ropa fina de lana de vicuña para su esposo, el Sol. Como el Sol no podía vestir esos atuendos, se los enviaba al Inca por ser su hijo natural y heredero. Cuando el Inca completaba su guardarropa, mandaba que los vestidos restantes fueran sacrificados al dios Sol.
El otro grupo de mujeres escogidas eran las esposas del Inca. Sus conventos estaban en todas las ciudades notables, pues se reclutaban en las provincias del Imperio. En estos conventos se reunían doncellas de diversas extracciones. Muchas eran de sangre real o eran hijas de nobles y de curacas pero, la mayor parte, procedían del pueblo y eran mujeres de una belleza sobresaliente.
En los conventos vivían y se educaban las mujeres que serían nombradas esposas secundarias del Inca, y aquellas que finalmente no eran escogidas. Mientras las primeras eran destinadas al gran palacio de Cuzco, las segundas se quedaban en los conventos provinciales, donde se mantenían vírgenes toda su vida. Cuando eran ancianas, se las dejaba elegir entre morirse en el convento o regresar a sus ciudades de nacimiento
  





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